El dibujo

Estaba sentada en la baca de aquel parque. Encendió su cigarrillo y dio una gran calada. El humo tóxico salió por su boca y luego respiró profundamente. Tenía la mirada perdida entre las piedras del suelo.  Su cabello rubio se movía al compás del viento. Podía ver su hermosura solo a metros de mí. Me encontraba sentado en la banca no muy cerca de ella. Lograba ver perfectamente sus facciones, labios, ojos, pestañas, hasta su pequeño tatuaje en la muñeca, que daba un toque final de perfección.
Tomé mi libreta y el lápiz, luego empecé a dibujarla. Estaba cruzada de piernas, tenía unos tacones exagerados de altura, y su vestimenta era la adecuada para la estación, otoño. Tenía su codo donde traía su cigarrillo apoyado en su pierna derecha, dio dos o tres caladas más.
Dibujaba cada detalle de ella, hasta las pocas pecas que tenía, que, adornaban aun más su fino rostro.
Después de un rato, terminó su cigarro y agarró su cartera cruzándola en su torso. Se levantó delicadamente y se fue caminando hasta el final del parque.  El único recuerdo  de ella ahora es… aquel dibujo.

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